Fueron meses de trabajo en los cuales presenté, por etapas, 15 diseños previos hasta llegar al definitivo. Desde el primer momento, teniendo en cuenta el rubro al que la cooperativa apuntaba, trabajé en torno a la idea del trabajo metalúrgico y la vidriería. Tras la primera presentación, se cayó en la cuenta de la necesidad de privilegiar a la cooperativa estrictamente como empresa, por lo cual debía transformarse en marca comercial. Fue allí que se decidió identificarla mediante un anagrama, por la contracción del nombre. De tal manera, a efectos comerciales, la cooperativa pasaba a llamarse OBRACC, denominación que cumplía perfectamente con los criterios de brevedad y recordabilidad.
Finalmente, después algunas ideas y diseños nuevos, con colaboración de Rufino Almeida (presidente de la Federación Manuel Belgrano, organización a la cual pertenece Obreros en Acción), se llegó al identificador gráfico final.
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