
Uno de los fetiches discursivos de Elisa Carrió es la insistencia en comparar y asemejar a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner con régimenes y gobiernos tan dispares como los de Ceaușescu, Stalin, Hitler, Franco o Chávez. Al momento de realizar esta tira, Lilita utilizaba mayormente la comparación con Ceaușescu y esgrimía, al mismo tiempo, que el gobierno estaba siguiendo el camino de Venezuela.
Lo cierto es que el kirchnerismo y su política nada se ha parecido al comunismo rumano, ni al estalinismo, ni al hitlerismo ni al franquismo. Y, mal que nos pese a varios, muy poco se parece a la Venezuela de Chávez, que, sin ser nuestro proyecto político, tiene aristas sumamente interesantes en lo que atañe al poder popualar y formas —limitadas, eso sí— de autogobierno comunal.
Siguiendo esa premisa, por decantación, se me ocurrió dibujar a Néstor Kirchner con camisa roja (a la usanza de Hugo Chávez) y la idea de hacerlo muñeco de huevo Kinder Sorpresa, jugando con la marca del chocolate y la manera en que Carrió pronucia el apellido del ex presidente. Resultando, con seguridad, la peor de las tres tiras de la serie.
Lo cierto es que el kirchnerismo y su política nada se ha parecido al comunismo rumano, ni al estalinismo, ni al hitlerismo ni al franquismo. Y, mal que nos pese a varios, muy poco se parece a la Venezuela de Chávez, que, sin ser nuestro proyecto político, tiene aristas sumamente interesantes en lo que atañe al poder popualar y formas —limitadas, eso sí— de autogobierno comunal.
Siguiendo esa premisa, por decantación, se me ocurrió dibujar a Néstor Kirchner con camisa roja (a la usanza de Hugo Chávez) y la idea de hacerlo muñeco de huevo Kinder Sorpresa, jugando con la marca del chocolate y la manera en que Carrió pronucia el apellido del ex presidente. Resultando, con seguridad, la peor de las tres tiras de la serie.
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